martes, 10 de diciembre de 2019

EL SUJETO NO CULPABLE, SIEMPRE RESPONSABLE

Hay una gran diferencia entre sentirse culpable y sentirse responsable. Decir " es mi culpa" o decir es mi responsabilidad" responde a formas totalmente diferentes de actuar, de comportarse.
Cuando decimos "es mi culpa" es porque nos sentimos mal con nosotros mismos. Indica que hemos adoptado la posición de víctima, de impotencia, sentimos que nada se puede hacer salvo sufrir por lo que el otro hace o deje de hacer, por las circunstancias. Quedamos atrapados en el pasado e inmovilizados en el presente ya que los sentimientos de culpa impiden actuar  evitando que se pueda reparar el daño ocasionado por nuestra actuaciòn y  ademásdificultan el encontrar solución al problema.
En cambio, cuando decimos "es mi responsabilidad" adoptamos una posición de poder, aceptamos que somos humanos y que es inevitable equivocarse a veces, nos perdonamos a nosotros mismos los errores que podamos haber cometido y estamos dispuestos a hacer lo posible por solucionar el problema aprendiendo de lo sucedido para así evitar que vuelva a pasar. Nos sentimos dueños de nuestros actos, responsables de nuestro destino.

Es más fácil sentirse culpable que responsable. Al sentirnos culpables consideramos que la responsabilidad es de los demás, no tenemos que esforzarnos por reparar la situación, aprender de los sucedido. Sentirse responsable implica cuestionarse a uno mismo.
Sentirse culpable revela la existencia de un conflicto. Un conflicto entre el yo y el superyó o conciencia moral. Podemos definir el sentimiento de culpa como la percepción de haber dicho, pensado o sentido algo que resulta censurable a la luz de determinado sistema de valores. Muchos sentimientos de culpa aparecen sin que se haya hecho algo que pueda considerarse reprochable. Basta sólo con que se haya pensado o deseado. Los sentimientos de culpa más complejos son los que se dan de manera inconsciente. La persona se siente triste, angustiada sin saber por què. No puede disfrutar. Los sentimientos de culpa se manifiestan como bùsqueda de castigo. La culpa conduce al reproche y a la desvalorización de uno mismo. Mediante al culpa la persona se convierte en enemiga de si misma, busca siempre el autocastigo.

La responsabilidad es la capacidad de reconocer nuestros actos como propios y aceptar las consecuencias de los mismos. La felicidad que alcancemos va a depender de nuestra capacidad para hacernos responsables de nuestra vida
No podemos pasarnos la vida culpando a nuestros padres por lo que hicieron o dejaron de hacer, a la pareja por su no comprensión, a los hijos por su egoìsmo, a los amigos por su falta de atención ... Mientras que nos empeñemos en buscar culpables de nuestra infelicidad, estaremos atrapados en el lugar de la víctima, lugar de sufrimiento. La forma de abandonar ese lugar es la de hacerse responsable de las decisiones que uno toma. Nadie, sino yo, soy responsable de lo que me ocurre, de lo que permito o no que me hagan, de los límites que pongo o no, de la vida que elijo vivir.
Pongamos un ejemplo. Luisa trabaja en una empresa de móviles realizando llamadas. Tiene unos objetivos bastante exigentes que cumplir. Hay mucha competencia con los compañeros, muy mal ambiente, Su marido trabaja en una empresa de informàtica. Ella llega a casa a las cinco, él a las ocho. Tiene que ocuparse de la cena, la lavadora... siempre está cansada. El viernes su jefe  le comunica que ha habido una queja de un cliente y que ella debe cambiar su actitud. A ella le parece injusto el reproche del jefe pero no dice nada porque teme que la echen. Llega a casa cansada y muy enfadada. Su marido ha tenido un buen día. Buenas noticias en el trabajo. Llega a casa contento, pensando en celebrarlo con Luisa pero ésta vuelca su enojo contra él, que si nadie la valora, que está harta de hacer todo el trabajo de la casa ... Él se entristece y se va a la cama sin cenar.
¿Es Luisa la culpable de que su marido se entristezca? No hay culpables. Luisa es responsable de cargarse de agresividad hasta el punto de no poderla controlar  y dirigirla contra quien no es, y su marido responsable de dejarse entristecer, de dejar que el comportamiento de Luisa le afecte hasta ese punto. Cada uno es responsable de la actitud con la que hace frente a las distintas situaciones de la vida. Culpa y responsabilidad no van unidas. Muchas veces se confunde entre ser culpable y ser responsable. La culpa lleva al reproche, al arrepentimiento, a la depresión. La responsabilidad permite aprender de lo sucedido y cambiar la forma futura de actuar.

Es más fácil seguir sufriendo que cambiar. Cambiar implica tomar las riendas de nuestra propia vida y eso genera miedo, inseguridad. Cuánto más miedo e inseguridad sentimos, más queremos que nos protejan. Temor e inseguridad siempre van asociados al crecimiento, a cualquier proceso de transformación. Es por eso que se recurre a la idea de que la vida que uno lleva es la única posible, asumiendo el papel de víctima frente a nuestras circunstancias.
Somos prisioneros de nuestras creencias. Esto queda muy bien explicado en la fábula del elefante encadenado. Un niño va al circo con su padre. Se queda asombrado de la fuerza del elefante y sorprendido cuando al terminar la función, ve como el domador ata una pata del elefante a una pequeña estaca con una gruesa cadena que se ve a simple vista que el elefante podría romper y quedar libre. Pregunta a su padre por què el elefante no escapa. El padre no sabe contestar y es la maestra al día siguiente quien le explica que si el elefante no escapa es porque está atado a esa estaca desde que nació. Al principio trató de soltarse pero no lo consiguió por mucho esfuerzo que hizo y finalmente desistió. Ahora ya no lo intenta.

Perdonarnos, ser conscientes de los sentimientos que hay detrás de la culpa, aprender de nuestros errores, es la forma de conseguir que la culpa se convierta en responsabilidad. No es tarea fácil por eso se necesita, en la mayoría de los casos, la ayuda profesional ya que el origen de la culpa se encuentra en los primeros años de vida, en los sentimientos agresivos y eróticos dirigidos principalmente hacia nuestros padres y hermanos, que están prohibidos y que generalmente  son inconscientes.

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