martes, 14 de enero de 2020

CÓMO CURA EL PSICOANÁLISIS




 ¿COMO CURA EL PSICOANALISIS?
El psicoanálisis cura, reduce dolores y sufrimientos pero a la vez apuesta, más allá de eso, por una transformación subjetiva. Es por eso que es más que una cura, ES UN PROYECTO DE CAMBIO.
Al contrario de otros tratamientos en los que se utilizan los fármacos, el psicoanálisis no considera al sujeto como un ser infantil e irresponsable, una víctima inocente que no podrá tomar partido en su cura o en su vida.
El psicoanálisis tampoco consiste en una reeducación emocional del sujeto, no es una pedagogía, no consiste en convertir un yo débil en un yo fuerte y adaptado. Para el psicoanálisis la cura no es una finalidad, un objetivo. Si así fuera el psicoanálisis tendería a la imposición, consciente o inconsciente de un modelo de salud, el del psicoanalista

Generalmente todos creemos que podemos controlar voluntariamente nuestras decisiones, nuestro discurso, nuestro destino, pero realmente estamos continuamente corriendo el riesgo de estar sometidos al control de nuestros contenidos inconscientes que están determinados por nuestra historia infantil.
Conocemos el inconsciente por sus efectos: olvidos, actos fallidos, lapsus linguae, chistes, síntomas. Un sueño, un olvido que provoca su recuerdo y asociación libre con un recuerdo infantil reprimido, permite al analizante avanzar en su análisis, conocerse más y conducir a la cura del síntoma.
Solo explorando y reexplorando los pasos que dimos para llegar a ser nosotros mismos, podremos conocer verdaderamente lo que fueron nuestras experiencias infantiles y lo que han significado en nuestra vida. Si logramos adquirir este conocimiento cambiará la repercusión que estos acontecimientos tuvieron en nuestra personalidad y adoptaremos otra actitud ante nuestras experiencias.
El psicoanálisis no busca solo curar el síntoma. Lo que busca es producir un saber en el sujeto, un conocimiento sobre sí mismo que lleve a que cada vez sea menor el control de los contenidos inconscientes en su vida.
Para iniciar la terapia psicoanalítica vamos a concertar con el consultante un pacto: plena sinceridad contra estricta discrección. Le comprometemos a ajustarse a la regla fundamental del análisis, que en el futuro habrá de regir su conducta para con nosotros. No sólo deberá comunicarnos lo que sea capaz de decir intencionadamente y de buen grado, lo que le ofrece el mismo alivio que una confesión, sino también todo lo demás que se le presente por su autoobservación, cuánto le venga a la mente por más que sea desagradable decirlo y aunque parezca carente de importancia o aun insensato y absurdo.No deseamos averiguar solamente lo que el enfermo sabe y oculta ante los demás, sino que también ha de contarnos lo que el mismo no sabe. Si después de esta observación consigue abolir su autocrítica, nos proporcionará una cantidad de material: ideas, ocurrencias, recuerdos, que ya se encuentran bajo el influjo del inconsciente, que a menudo, son derivados directos de éste y que nos colocan en situación de suponer sus contenidos inconscientes reprimidos, cuya comunicación al paciente ampliará el conocimiento que su propio yo tiene de su inconsciente.
Ocurre que el paciente no se limita, obedientemente, a proporcionarnos el material que solicitamos, sino que observamos que éste no ve al analista a la luz de la realidad, sino que ve en él una copia, una "reencarnación" de alguna persona importante de su infancia, de su pasado, transfiriéndole los sentimientos y las reacciones que seguramente correspondieron a esta persona. Es el fenómeno de la transferencia. Por un lado es un instrumento de gran valor, por otro, una fuente de grave peligro y eso es porque es ambivalente, comprende tanto actitudes positivas (afectuosas) como negativas (hostiles) hacia el analista que por lo general es colocado en el lugar del padre o de la madre
Cuando la transferencia es positiva tiene dos ventajas Por un lado el paciente, al colocar al psicoanalista en lugar del padre o de su madre, le confiere el poder que su superyó ejerce sobre su yo. Este superyó tiene ahora la ocasión de hacer una especie de reeducación del neurótico y puede corregir errores cometidos por los padres en la educación. Por otro lado tiene la ventaja de que el paciente nos representa en ella con nitidez un trozo importante de su vida que de otro modo solo podría haber descrito insuficientemente.
Pero al reproducir los vínculos con los padres, la transferencia también asume su ambivalencia y no se puede evitar que la actitud positiva frente al analista se convierta algún día en negativa y se convierta en un impedimento.
No utilizamos fármacos, el único instrumento del que nos vamos a servir es el lenguaje porque nuestro inconsciente está estructurado como un lenguaje.

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