Gracias al trabajo de Bruno Bettelheim sabemos que, dentro
de la literatura infantil, los cuentos de hadas (Hermanos Grimm) tienen una gran importancia por
lo útiles que resultan al niño.
Hay padres que piensan que los cuentos de hadas no son
adecuados para sus hijos porque en ellos aparecen monstruos, la muerte,
situaciones agresivas y siempre tienen un final feliz por lo que,
aparentemente, no reflejan la realidad. Esto es así si lo vemos desde el punto
de vista adulto. Pero la realidad del niño no es la misma que la del adulto, los
adultos y los niños no vemos el mundo de la misma manera. El cuento habla del
mundo interno del niño.
Si aparecen monstruos en los cuentos de hadas es porque los
niños creen en su existencia, y creen en su existencia porque el primer
monstruo que temen y les persigue a veces es el que creen ser ellos mismos
cuando se dejan llevar por sus impulsos agresivos. Al niño se le obliga a hacer
cosas que no quiere hacer, que van contra lo que le divierte y esto origina
sentimientos agresivos hacia quienes le obligan y que generalmente son sus
padres, abuelos, es decir, las personas que le cuidan y miman. Esto crea en el
mundo interno del niño un conflicto porque coexisten sentimientos de amor-odio
hacia las personas queridas y se siente culpable de sus sentimientos agresivos
y teme ser castigado. El niño no puede expresar esto con palabras y además piensa que es el único que se encuentra sometido a esos conflictos. El cuento
de hadas le va a ayudar a comprender que esos conflictos que padece lo padecen
también otras personas. Gracias a las historias que relatan podrá externalizar
en un hada buena sus deseos, en un lobo hambriento sus temores, en un hombre
sabio sus ansias de conocimiento, en una bruja malvada sus impulsos destructivos.
El niño está sujeto a sentimientos desesperados de soledad y
aislamiento y, a menudo, experimenta una angustia mortal. Generalmente es
incapaz de expresar en palabras esos sentimientos, tan solo puede sugerirlos
indirectamente: miedo a la oscuridad, a algún animal, angustia respecto a su
propio cuerpo. Los cuentos de hadas toman muy en serio esos problemas y angustias
existenciales y hacen hincapié en ellos directamente: la necesidad de ser amado
y el temor a sentirse despreciable, el amor a la vida y el miedo a la muerte. Ofrecen
soluciones: si uno ha encontrado el verdadero amor adulto no tiene necesidad de
buscar la vida eterna. El alivio más grande para el niño es que nunca será abandonado: “ y vivieron
siempre felices…”
Para el niño el mundo funciona perfectamente y puede
sentirse seguro únicamente si las personas malvadas son castigadas.
La naturaleza irreal de las historias que los cuentos
relatan es un mecanismo importante porque pone de manifiesto al niño que el
cuento no está interesado en una información útil acerca del mundo externo sino
de los procesos internos que tienen lugar en el niño.
Los cuentos de hadas son verdaderas obras de arte y poseen
una riqueza y profundidad tales que transcienden más allá de lo que puede
extraer mediante un examen superficial. Ayudan al niño, tanto consciente como
inconscientemente, a renunciar a sus deseos infantiles de dependencia y a
alcanzar una existencia independiente y feliz. Actualmente y más que nunca, el
niño necesita la seguridad de que en el futuro será capaz de obtener relaciones
satisfactorias y llenas de sentido con el mundo que le rodea. Esta seguridad
está claro que no la va a alcanzar sólo si le contamos cuentos de hadas. En esta
tarea va a ser fundamental el papel que desempeñan los padres en primer lugar y
los educadores en segundo.
Sólo el niño que ha sido deseado, amado, valorado por sus padres en los primeros años de su existencia, durante su infancia y adolescencia conseguirá una buena autoestima. Así como le cuidaron y trataron, cuidará y tratará de él mismo en la vida adulta. Solo una persona que se valora, que se quiere, podrá valorar y querer a los demás.
Sólo el niño que ha sido deseado, amado, valorado por sus padres en los primeros años de su existencia, durante su infancia y adolescencia conseguirá una buena autoestima. Así como le cuidaron y trataron, cuidará y tratará de él mismo en la vida adulta. Solo una persona que se valora, que se quiere, podrá valorar y querer a los demás.
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