Decir no al deseo de la madre es decir no a ser el objeto de su deseo para llegar a ser sujeto deseante. Es decir no a quedar pegado patológicamente a la madre, es aceptar que las relaciones nunca son de dos, siempre son de tres. Es madurar
La madre de Carlos llama para pedir hora para su hijo porque
no estudia, no sale, está todo tiempo enganchado al ordenador. Carlos en sus
entrevistas manifiesta que no tiene ni idea de que hará en el futuro, le da
igual. No le apetece relacionarse con nadie, no está conforme con su cuerpo.
Tiene un hermano dos años mayor con quien siempre le comparan, su hermano
siempre es mejor. Su madre hubiera querido que él fuese niña. Dice de su madre
que está siempre encima de él. Según ella él no se esfuerza lo suficiente, es
un vago. A lo largo de las entrevistas consigue ir aprobando con buenas notas
asignaturas pendientes pero no se alegra por ello, siempre hay alguien que lo
hace mejor incluso él podría haberlo hecho mejor. Se queja de que su madre
continuamente le controla. Cuando está en la universidad, cuando sale, su madre
le manda whatsapp continuamente y el contesta porque si no ella le llama. No puede
no contestar porque su madre se enfada. Se siente mal porque su madre
sufre porque le ve mal, porque cuando ella le pregunta por sus estudios, el no
tiene ganas de hablar con ella y responde mal. Sabe que por su culpa su madre
sufre.
¿Por qué Carlos no puede dejar de responder a las llamadas
de la madre? ¿Por qué se siente mal cuándo ésta por enésima vez le pide que le
cuente cómo le ha ido en la universidad? ¿Por
qué no puede decir NO a las demandas locas de su madre?
La relación madre hijo es una
relación única. En ninguna otra relación se da la circunstancia de que uno de
los miembros, el niño, es total y absolutamente dependiente del otro, la madre.
El niño no puede sobrevivir sin la atenciones y cuidados de la madre. Necesita
que ésta satisfaga todas sus necesidades físicas pero no sólo eso, necesita
además que esa satisfacción se haga con cariño, con amor, disfrutando de ello.
El deseo de la madre debe estar presente. En un primer momento el niño tiene
que ser OBJETO de deseo de la madre. Madre e hijo se complementan pero esta
situación ha de ir cambiando a lo largo del tiempo. La madre no puede estar
siempre presente, con su ausencia presencia, debe mostrar al hijo que éste no
es lo único que ella desea. El niño debe sufrir esa decepción por parte de su madre
porque es lo que posibilitará la separación madre hijo, de ese modo el hijo
dejará de ser OBJETO para convertirse en
SUJETO, sujeto deseante de aquello que no consigue en la relación con la madre
y que deberá buscar fuera de esa relación, en el mundo externo. Si el niño se obsesiona con la idea
de ser el falo, aquello que la madre desea, no podrá acceder a su propio deseo,
y quedará aplastado por el peso de ser quien dé sentido a la vida de su madre
lo que es totalmente imposible. Que el niño no encuentre en la relación con la madre todo lo que le hace falta es la condición necesaria para que el niño se socialice, para que pase a formar parte del mundo al que pertenece.
La madre siempre presente, la que
todo lo sabe respecto a sus hijos, es una pesadilla una locura. Es la madre
cocodrilo madre que desea al hijo como objeto para su satisfacción no como
sujeto. A lo largo del desarrollo el niño tiene que diferenciarse de la madre
obviamente con la colaboración de ésta. En este sentido hay dos momentos
importantes, el primero alrededor de los tres años, el segundo en la pubertad.
No lo sabes todo sobre mí, es el mensaje que el niño envía con sus rabietas y
con su rebeldía. Ser incomprendido es tan necesario como no serlo. La madre cocodrilo asfixia al hijo,
le convierte en su esclavo.
Carlos siente hacer sufrir a su
madre con su actitud. La felicidad de su madre depende de si Carlos estudia, si
aprueba, si sale con amigos… pero esto no es cierto. Una madre que sufre, que
no es feliz porque los hijos no hacen todo lo que ella quiere, cómo y cuándo
ellas quiere, es una madre inmadura que considera que su infelicidad no depende
de ella sino de los demás. Carlos consigue aprobar asignaturas a medida que va
trabajando en la terapia pero nadie lo celebra: es su obligación, su hermano
nunca suspendió. Carlos se siente
injustamente tratado, siente odio hacia su madre que tanto le exige, que no
entiende el esfuerzo que ha realizado, no le apetece hablar con ella pero al
mismo tiempo necesita el reconocimiento de su madre, su amor que teme perder.
Su madre le dio la vida, le paga los estudios con esfuerzo porque trabaja mucho
para ello… Los sentimientos negativos hacia su madre hacen sentirse mal a
Carlos, a pesar de estar justificados, y dan lugar a un conflicto difícil de
resolver: no puede satisfacer a su madre, ésta no lo permite desde que nació,
ella quería niña y encuentra una solución: jugar con el ordenador. Loa juegos le
distraen, le ayudan a no pensar. Luego se siente mal pero no tanto como cuando
no recibe recompensa por su esfuerzo.
Carlos en la terapia tiene que
conseguir decir NO a las demandas locas de su madre sin sentirse culpable por
ello. El niño pequeño cuando no hace lo que la madre demanda y ésta se disgusta
siente miedo a perder el amor de ésta y es la madre la que tiene que
demostrar al niño que su disgusto es por lo que ha hecho, no por lo que el niño
es por lo que éste no debe temer perder su amor. Si esto no se resuelve así en
la etapa infantil, en la edad adulta el hijo se someterá de forma irracional a
los deseos de la madre.
La ausencia de la madre es tan
importante como su presencia. La madre ausente hace que el hijo se sienta
abandonado y no deseado incluso que llegue el caso que no desee vivir.
La madre de Carmen pide hora para
ella porque dice que es tímida, no sale, y cree que está deprimida. Carmen
tiene una hermana cinco años mayor que está casada. Ella vive con su madre y su
abuela materna que tiene principio de alzheimer. Su madre tiene un puesto
importante en una empresa y pasa poco tiempo en casa, es una mujer muy generosa
que colabora con una ONG en su tiempo libre. La tía materna de Carmen está en
paro, separada y tiene una hija de quince años. La madre de Carmen la ayuda
económicamente y con frecuencia ésta y su hija comen en casa de Carmen. El padre de Carmen las abandonó
cuando ella tenía tres años. Carmen admira a su madre pero le reprocha que
nunca tiene tiempo para ella, que no puede pagarle determinadas cosas … Tiene
un síntoma, entre otros, del que se avergüenza: cuando se angustia se hace cortes
en el brazo. La última vez que lo ha hecho ha sido cuando su madre le comunica
que se va unos días de vacaciones con su hermana y su sobrina y que ella se tiene que quedar a cuidar de la abuela. Siente que es injusto pero a su madre le dice: vale. Dice que se hace cortes en el brazo porque ese dolor le resulta más soportable que el que le causa la actitud de la madre.
Alberto tiene cincuenta y dos años.
Consulta porque está pensando en romper la relación con su pareja. Es el pequeño
de cinco hermanos. Siempre ha vivido con sus padres. Primero murió el padre y
tres años después la madre. Durante la enfermedad de ambos es el único que se
ha ocupado de médicos, hospitales… Nunca ha tenido una relación seria excepto
con Bibiana. Se enamora de ella pero a su madre no le gusta, cada vez que sale
con ella la madre le llama porque se encuentra mal, porque se ha caído …
Bibiana le pide vivir juntos o romper la relación, siente que tiene que elegir
entre Bibiana y su madre y elige seguir con su madre. No la puede dejar. Estando
la madre enferma conoce a Julia, totalmente distinta a Bibiana. Se lleva muy
bien con su madre. Es su actual pareja pero el sigue pensando en Bibiana y está
totalmente convencido de que sería feliz con ella, ella le llenaba, Julia no. Culpa
a su madre de haberle cortado las alas. Por culpa de su madre no está con Bibiana a la que todavía ama.
Muchas parejas en consulta se quejan de que la relación va mal porque él, o ella, siempre hacen caso a lo que la madre dice.
Tanto la madre excesivamente
presente como la excesivamente ausente impiden el normal desarrollo del hijo,
le impiden madurar, le convierten en un sujeto siempre sometido al deseo materno. El tener que satisfacer siempre el deseo materno implica muchas
renuncias y frustraciones por parte del hijo y provoca en él sentimientos de
odio. Odio no siempre consciente. El odio genera sentimientos de culpa. El sujeto
teme que la persona que odia al mismo tiempo que ama pueda llegar a sufrir
aquello que uno, inconscientemente o no, ha imaginado y no puede separarse para
protegerla. Al igual que el niño siente que con su pensamiento omnipotente
puede ser el causante de todo lo malo que pueda ocurrir a la madre. Se juzga
como mal hijo y siempre teme perder el amor de ésta a la que a su vez culpa
de su infelicidad.
Entender que amor y odio son
inseparables, que no somos omnipotentes, que nadie tiene la posibilidad de
hacer feliz o infeliz a otro, que no se puede matar a nadie a disgustos… hace
que los sentimientos de culpa patológicos puedan controlarse de forma que no impidan disfrutar
y para conseguir esto en muchos casos es necesaria la terapia psicoanalítica que
es la única que tiene en cuenta la existencia del inconsciente dónde quedan
relegados sentimientos, pensamientos, fantasías inaceptables por nuestra conciencia.
Es también en el inconsciente donde quedan grabadas las palabras, las sentencias
de la madre. Las palabras de la madre tienen el carácter de órdenes que se han
de cumplir sí o sí.
Carlos comenta que es un vago, que
le cuesta estudiar y que por eso prefiere pasar el tiempo jugando en el ordenador,
tal como dice su madre.
Una buena madre no es aquella que
cuida diligentemente al hijos sino la que reconoce la singularidad del niño y
acepta que éste no tiene que responder a lo que ella desea y así mismo no se
presenta como sin carencias, autosuficiente y siempre presente.
Madurar implica decir no al deseo materno cuando corresponda, hacerse cargo del propio deseo y ser consciente que la mayor o menor felicidad es principalmente responsabilidad de uno mismo y no de los demás.
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