sábado, 16 de diciembre de 2017

¿Son los celos prueba de amor?



Los celos no son prueba de amor sino de falta de amor, de la falta de amor hacia uno mismo. La persona celosa no se valora, no  se siente merecedora de amor.

El ser humano nace totalmente inmaduro, necesita de los demás para satisfacer sus necesidades biológicas pero también necesita sentirse deseado, sentir que es objeto de amor. La madre en los primeros meses va a constituir al bebé en su objeto de amor.  Ambos van a formar una totalidad, se complementan. poco a poco, a medida de que el niño va valiéndose por sí mismo, la madre va separándose del niño. La separación de la madre angustia al niño por lo que se ha de hacer teniendo en cuenta las necesidades y capacidades de éste. Los niños no piensan como los adultos, no tienen conciencia de futuro, cuando la madre no está es como si no estuviera para siempre por lo que el niño debe  tener el convencimiento de que aunque la madre no vuelva queda en buenas manos, el convencimiento de que va a ser querido, protegido igual que cuando està con la madre.

A medida que pasa el tiempo, cuando el niño empieza a andar, empieza a hacer cosas que él nota que no le gustan a la madre, que la enfadan y el no quiere perder el amor de mamá e intentará no hacer lo que a ella le disgusta. El niño seguirá deseando que sea él el único que la madre desea pero resulta que no es asi, existe un otro que cuando el está con mamá aparece y hace que mamá le preste atención,  un ser odioso que llega para fastidiar la relación del niño con la madre. El niño le odia pero al mismo tiempo le quiere,  es el papá que le cuida que le quiere y estos sentimientos de odio del niño hacia el padre al niño le hacen sentir mal, se siente culpable. Ocurre que es en este periodo que se va a constituir la conciencia moral, el juez interno que va a decidir de por vida si el niño será o no merecedor de amor. Cuánto mayores sean los sentimientos agresivos hacia el padre más rígido y exigente será ese juez llegando en muchas ocasiones a impedir que el sujeto pueda disfrutar.
Es importante que en este momento en que el niño constituye al padre del sexo contrario en su rival, éste no rivalice con el niño. Cuando esto ocurre la vida se hace insoportable. Puede ocurrir que el padre o la madre no hayan conseguido resolver adecuadamente el conflicto edípico y vivan al hijo como rival, que se sientan celosos del hijo y actúen destructivamente respecto a éste. Esta situación queda muy bien reflejada en el cuento de Blancanieves: una madre narcisista que ve en su hija una rival peligrosa a la que quiere hacer desaparecer.

El niño necesita que cuando está dominado por los celos hacia el padre del sexo contrario, éste no se enfade o actúe de forma agresiva, sino todo lo contrario. El niño no puede entender que el amor por uno de los padres pueda originar celos en el otro. Necesita el amor de ambos. La actitud destructiva del padre hacia el hijo genera en éste sentimientos agresivos y consecuentemente culpa. Cuanta más agresividad siente el niño mayores serán sus sentimientos de culpabilidad y una de las características de los sentimientos de culpabilidad es la necesidad de autocastigo.
Los celos tienen las características de las obsesiones y dan lugar a mucho sufrimiento. El celoso se autocastiga con el mismo castigo que quiere para el otro, la exclusión. Siente que siempre va a ser excluido de la relación con el ser que ama. Teme que ser abandonado, piensa que cualquiera es mejor, por tanto necesita continuamente pruebas de amor y adopta una actitud que agobia a aquel cuyo amor quiere conservar consiguiendo justamente lo contrario a lo que supuestamente desea.
Antes de los problemas edípicos el niño piensa que es el centro del universo, no siente celos de la madre pero los conflictos edípicos le hacen dudar de su valor debido a las fantasías agresivas. La llegada de un hermano, real o imaginada, generalmente es temida por el niño. El bebé necesita la atención de la madre que ya no va a poder dedicar tanto tiempo al hijo mayor. Para que el niño venza los celos que esta situación inevitablemente provoca,  es necesario que la madre esté atenta y, por ejemplo, cuando da el pecho al bebé,  le dirija una mirada cariñosa, le haga participar de alguna manera en los cuidados del bebé.

Es necesario que los progenitores con sus palabras, atenciones, caricias, hagan ver al niño que le quieren a pesar de lo que haga, aunque a veces se enfaden con él, que le quieren por sus características, por lo que él es. Han de hacerle entender que no se trata de el uno o el otro.
Una madre que se centra exclusivamente en el bebé, que no tiene tiempo para el hijo mayor, que cuando éste la demanda su respuesta es ahora no, ¿no ves que estoy con tu hermano?, y además esta actitud se mantiene, lo que puede ocurrir es que sea el origen de una fuerte rivalidad entre los hermanos que tendrá consecuencias importantes en la forma de relacionarse en la vida adulta de éstos.

Una consultante se queja de que siempre se siente excluida en  la relación con las amigas, en trabajo, dice que es el denominador común  de todas sus relaciones. Tiene dos hermanas mayores que siempre han hecho "como un grupito" con la madre, ella las odia, nunca contaban con ella porque era la pequeña. Siempre se ha sentido como "la excluida" y, sin ser consciente de ello, actúa de forma que acaba siempre en ese lugar. Interpreta cualquier actitud de las compañeras, de las amigas como desprecio hacia ella.
Otra consultante tiene una hermana mayor que es como una madre. Todo lo que ésta dice va a misa. Ella la odia. Considera que es muy injusto que a ella no se la escuche y que sólo valga la opinión de su hermana aunque se demuestre que no tiene razón. Ha tenido varios trabajos en los que no ha pasado el periodo de prueba siempre por la misma razón: siempre había una compañera que iba de lista en la que la jefa confiaba y que a la consultante le caía fatal y discutían.
Tanto la primera consultante como la segunda se han sentido injustamente tratadas en su infancia y tienen necesidad de resolver esta situación para lo cual la repiten,  inconscientemente, con lata fantasía de que se va a conseguir la justicia que buscan. Pero ésto no es posible. Ser consciente de esta repetición, sin embargo, es el primer paso para conseguir que el pasado no controle el presente.
Otra característica de los celos es la proyección en otro de las propias fantasías sexuales, eróticas que consideramos como prohibidas. El celoso fantasea que la pareja realiza aquello que realmente desea él hacer, se cree el ladrón que todos son de su condición.

Siempre se desea aquello que no se tiene. Es imposible no desear a otro. A pesar de ser inevitable que así sea, culturalmente está prohibido y genera sentimientos de culpabilidad.
Lo comentado hasta aquí tiene que ver con los celos considerados como "normales" que pueden ser más o menos graves, pero también existen los celos patológicos que son la manifestación de el sentimiento de posesión, de considerar al otro no como persona, como sujeto, sino como objeto. El otro es mío o de nadie, sin el otro no se puede vivir  y al otro no se le permite vivir con ninguna otra persona.
Nunca los celos son prueba de amor

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