miércoles, 19 de abril de 2017

¿PORQUÉ TANTA DEPRESIÓN?




Según los últimos informes de la OMS la depresión en los próximos veinte años llegará a adquirir la dimensión de epidemia que padecerán niños, adolescentes, adultos y mayores, es decir, advierten que estamos cada vez más expuestos a sufrir de depresión a lo largo de nuestra vida


La depresión es uno de los diagnósticos más importantes del siglo XX. La tristeza, la melancolía, el desánimo, la desgana, la apatía han existido siempre son afectos, no síntomas de una enfermedad. El concepto de depresión  surge más o menos a mitad del siglo XX y junto a este concepto aparece el fármaco que la cura. Desde entonces han ido apareciendo nuevas enfermedades: timidez o fobia social, déficit de atención, osteoporosis, colesterol, hipertensión, disfunción sexual, colon irritable…

La depresión  es la etapa fundamental del proceso de duelo. El duelo y su etapa depresiva se constituyen en la manera con la que el sujeto se va acostumbrando a la pérdida, a separarse del objeto perdido, a retirarle la carga libidinal. El proceso del duelo es necesario, no se medica, se acompaña. La persona que no realiza este proceso corre el riesgo de que la depresión torne en patológica e incluso crónica. El duelo y la consecuente depresión tienen que producirse no solo a la muerte o  alejamiento del ser querido, de su enfermedad, de la propia,  ante un fracaso, sino  también ante la pérdida de un ideal, de una ilusión.
No sólo es la pérdida de un objeto querido el que dé lugar a un proceso depresivo, también puede ocurrir, paradójicamente, cuando el sujeto ve cumplidos sus objetivos, tal y como explica Freud en el artículo “Los que fracasan al triunfar”. El sujeto pierde el objetivo y la actividad que eran el eje de su vida.
En la pubertad también pueden darse manifestaciones depresivas ya que es un proceso que implica la pérdida de la infancia.
Cuando el duelo no se cumple y los estados depresivos se hacen patológicos la medicación antidepresiva actúa como analgésico. Cuando desaparece su efecto es necesaria una nueva dosis. La medicación antidepresiva genera adicción. No conseguirá que el sujeto realice el proceso depresivo que el duelo precisa para que pueda desprenderse afectivamente de los objetos perdidos y así es imposible que el sujeto libidinice nuevos objetos.

En su forma normal la depresión se manifiesta con tristeza, apatía y desánimo, por tanto la persona que está inmersa en el proceso de duelo no puede rendir ni en el trabajo, ni en los estudios, de la misma forma que lo hace normalmente. El sujeto deprimido no puede cumplir con las exigencias de rendimiento económico y productividad que esta sociedad capitalista exige. Es por ello que la psiquiatría considera la tristeza,  la apatía,  el desánimo, afectos normales ante la pérdida de un objeto amado, como señal inequívoca de una enfermedad. Enfermedad que se ha de medicar con medicamentos que a su vez dan lugar a que el sujeto sufra patologías asociadas. La industria farmacéutica considera que los estados depresivos se deben a un nivel bajo de serotonina. El psiquiatra, el médico, asesorados por los laboratorios farmacéuticos tratan a los pacientes  que consideran como depresivos con  medicamentos cuyo componente activo es la fluoxetina (Prozac, Serosat). Esta medicación genera adicción, actúa como analgésico, el paciente se acostumbra y hay que aumentar la dosis e incluso los componentes, afectan al estómago por lo que deberán ir acompañados a su vez de medicación para aliviar esos síntomas… El sujeto en esta situación dependerá de por vida de la medicación lo que obviamente, viene de perlas a la industria farmacéutica.

Cuando el duelo no se cumple y los estados depresivos se hacen patológicos es la cura psicoanalítica la que puede conducir a la cura.
 La clínica psicoanalítica es una clínica del sujeto y por tanto analiza la forma particular en que cada sujeto, a través de su depresión, trata de situarse en relación al deseo y al goce, así como su relación al saber inconsciente. En la  clínica psicoanalítica se trabaja con la escucha pero sobre todo con la palabra. Ésta, al contrario que la clínica del fármaco, va contra toda universalización del diagnóstico. Los estados depresivos van a estar  determinados por la historia infantil, distinta para cada sujeto.
Estamos ante la clínica globalizada del consumo del fármaco que intenta anular nuestra subjetividad para convertirnos en consumidores pasivos al servicio de la sociedad capitalista.
Para el psicoanálisis el deseo es el motor de la vida. El deseo, como sentimiento de falta, es lo que nos mueve. Deseamos aquello que nos falta. Tenemos la ilusión de que podemos encontrarlo y entonces  nos encontraremos en paz y satisfechos con nosotros mismos. Buscamos un estado de completud, de no falta, que imaginamos hemos disfrutado en algún momento, generalmente lo asociamos a cuando estuvimos en el seno materno. Es una fantasía, esa completud no existe, excepto con la muerte. Todo deseo deja un resto insatisfecho.

La sociedad en que vivimos niega la existencia de ese resto insatisfecho, de la falta. Se puede conseguir todo, para ello nos ofrece objetos de goce que se pueden comprar, infinitos objetos, imponiéndonos la idea engañosa de que si no es ese el  objeto que nos completa existe otro, otro… Si uno no consigue colmar su falta, alcanzar la completud con casas, chalés, coches, viajes… entonces es  que está enfermo, deprimido.

¿Cómo se aborda la depresión desde el psicoanálisis? Considerando que el estado depresivo que padece el consultante es una respuesta a su situación actual, por lo tanto preguntando cómo llegó a esa situación, por qué dio esa respuesta para así poder llegar a las motivaciones inconscientes lo que posibilitará  que se dé cuenta de que no es esa la única respuesta que existe. Esa respuesta es la que elige, la que considera como única, la que puede dar. El psicoanálisis ofrece la posibilidad de construir otra salida. Creemos que controlamos nuestros actos, nuestros deseos, nuestros pensamientos pero realmente éstos están controlados en gran medida por nuestros contenidos inconscientes. Para el psicoanálisis el sujeto es sujeto responsable en el sentido de que tiene capacidad de elegir. Ante el sujeto que se queja y desespera por su injusto destino la terapia psicoanalítica posibilitará que éste llegue a conocer las motivaciones inconscientes que controlan sus elecciones y de ese modo podrá abandonar el goce mortífero de la respuesta depresiva y así volver al camino vivificante del deseo.



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