Según los últimos informes de la OMS la depresión en los próximos veinte años llegará a adquirir la dimensión de epidemia que padecerán niños, adolescentes, adultos y mayores, es decir, advierten que estamos cada vez más expuestos a sufrir de depresión a lo largo de nuestra vida
La depresión es uno de los
diagnósticos más importantes del siglo XX. La tristeza, la melancolía, el
desánimo, la desgana, la apatía han existido siempre son afectos, no síntomas
de una enfermedad. El concepto de depresión
surge más o menos a mitad del siglo XX y junto a este concepto aparece
el fármaco que la cura. Desde entonces han ido apareciendo nuevas enfermedades:
timidez o fobia social, déficit de atención, osteoporosis, colesterol,
hipertensión, disfunción sexual, colon irritable…
La depresión es la etapa fundamental del proceso de duelo.
El duelo y su etapa depresiva se constituyen en la manera con la que el sujeto
se va acostumbrando a la pérdida, a separarse del objeto perdido, a retirarle
la carga libidinal. El proceso del duelo es necesario, no se medica, se
acompaña. La persona que no realiza este proceso corre el riesgo de que la
depresión torne en patológica e incluso crónica. El duelo y la consecuente
depresión tienen que producirse no solo a la muerte o alejamiento del ser querido, de su enfermedad,
de la propia, ante un fracaso, sino también ante la pérdida de un ideal, de una
ilusión.
No sólo es la pérdida de un
objeto querido el que dé lugar a un proceso depresivo, también puede ocurrir,
paradójicamente, cuando el sujeto ve cumplidos sus objetivos, tal y como
explica Freud en el artículo “Los que fracasan al triunfar”. El sujeto pierde
el objetivo y la actividad que eran el eje de su vida.
En la pubertad también pueden
darse manifestaciones depresivas ya que es un proceso que implica la pérdida de
la infancia.
Cuando el duelo no se cumple y
los estados depresivos se hacen patológicos la medicación antidepresiva actúa
como analgésico. Cuando desaparece su efecto es necesaria una nueva dosis. La
medicación antidepresiva genera adicción. No conseguirá que el sujeto realice
el proceso depresivo que el duelo precisa para que pueda desprenderse
afectivamente de los objetos perdidos y así es imposible que el sujeto
libidinice nuevos objetos.
En su forma normal la depresión
se manifiesta con tristeza, apatía y desánimo, por tanto la persona que está
inmersa en el proceso de duelo no puede rendir ni en el trabajo, ni en los
estudios, de la misma forma que lo hace normalmente. El sujeto deprimido no
puede cumplir con las exigencias de rendimiento económico y productividad que
esta sociedad capitalista exige. Es por ello que la psiquiatría considera la
tristeza, la apatía, el desánimo, afectos normales ante la pérdida
de un objeto amado, como señal inequívoca de una enfermedad. Enfermedad que se
ha de medicar con medicamentos que a su vez dan lugar a que el sujeto sufra
patologías asociadas. La industria farmacéutica considera que los estados
depresivos se deben a un nivel bajo de serotonina. El psiquiatra, el médico, asesorados
por los laboratorios farmacéuticos tratan a los pacientes que consideran como depresivos con medicamentos cuyo componente activo es la
fluoxetina (Prozac, Serosat). Esta medicación genera adicción, actúa como
analgésico, el paciente se acostumbra y hay que aumentar la dosis e incluso los
componentes, afectan al estómago por lo que deberán ir acompañados a su vez de
medicación para aliviar esos síntomas… El sujeto en esta situación dependerá de
por vida de la medicación lo que obviamente, viene de perlas a la industria
farmacéutica.
Cuando el duelo no se cumple y
los estados depresivos se hacen patológicos es la cura psicoanalítica la que
puede conducir a la cura.
La clínica psicoanalítica es una clínica del
sujeto y por tanto analiza la forma particular en que cada sujeto, a través de
su depresión, trata de situarse en relación al deseo y al goce, así como su
relación al saber inconsciente. En la
clínica psicoanalítica se trabaja con la escucha pero sobre todo con la
palabra. Ésta, al contrario que la clínica del fármaco, va contra toda
universalización del diagnóstico. Los estados depresivos van a estar determinados por la historia infantil,
distinta para cada sujeto.
Estamos ante la clínica
globalizada del consumo del fármaco que intenta anular nuestra subjetividad
para convertirnos en consumidores pasivos al servicio de la sociedad
capitalista.
Para el psicoanálisis el deseo es
el motor de la vida. El deseo, como sentimiento de falta, es lo que nos mueve.
Deseamos aquello que nos falta. Tenemos la ilusión de que podemos encontrarlo y
entonces nos encontraremos en paz y
satisfechos con nosotros mismos. Buscamos un estado de completud, de no falta,
que imaginamos hemos disfrutado en algún momento, generalmente lo asociamos a
cuando estuvimos en el seno materno. Es una fantasía, esa completud no existe,
excepto con la muerte. Todo deseo deja un resto insatisfecho.
La sociedad en que vivimos niega
la existencia de ese resto insatisfecho, de la falta. Se puede conseguir todo,
para ello nos ofrece objetos de goce que se pueden comprar, infinitos objetos,
imponiéndonos la idea engañosa de que si no es ese el objeto que nos completa existe otro, otro… Si
uno no consigue colmar su falta, alcanzar la completud con casas, chalés,
coches, viajes… entonces es que está
enfermo, deprimido.
¿Cómo se aborda la depresión
desde el psicoanálisis? Considerando que el estado depresivo que padece el
consultante es una respuesta a su situación actual, por lo tanto preguntando
cómo llegó a esa situación, por qué dio esa respuesta para así poder llegar a
las motivaciones inconscientes lo que posibilitará que se dé cuenta de que no es esa la única
respuesta que existe. Esa respuesta es la que elige, la que considera como
única, la que puede dar. El psicoanálisis ofrece la posibilidad de construir
otra salida. Creemos que controlamos nuestros actos, nuestros deseos, nuestros
pensamientos pero realmente éstos están controlados en gran medida por nuestros
contenidos inconscientes. Para el psicoanálisis el sujeto es sujeto responsable
en el sentido de que tiene capacidad de elegir. Ante el sujeto que se queja y
desespera por su injusto destino la terapia psicoanalítica posibilitará que
éste llegue a conocer las motivaciones inconscientes que controlan sus
elecciones y de ese modo podrá abandonar el goce mortífero de la respuesta
depresiva y así volver al camino vivificante del deseo.
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