jueves, 12 de diciembre de 2013

ANSIEDAD

Taquicardia, pulso acelerado, elevación de la tensión arterial,sensación de tensión baja o desmayos, arritmias, palpitaciones, dolor en el pecho, sensación de ahogo,ritmo respiratorio acelerado, naúseas, vómitos, estreñimiento, amenorrea, disminución del deseo sexual o anorgasmia, eyaculación precoz e impotencia, sudoración y salivación excesiva,vértigo, cefaleas, mareos, insomnio, pesadillas, sensación de fatiga al despertar, dolor muscular, tics, zumbido de oidos, visión borrosa, impaciencia, tartamudez, dificultad o falta de atención o concentración, tartamudez, aumento o disminución del apetito, problemas de memoria ... estos, y algunos más, como, por ejemplo, el miedo escénico, el miedo de tener que expresarse en público, son los síntomas de la ansiedad.


La ansiedad tiene una función muy importante relacionada con la supervivencia, junto con el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. Para preservar su   integridad física  ante   amenazas      el ser humano ha tenido que poner en marcha respuestas eficaces y adaptativas  durante millones de años: la reacción de lucha o huida.
Desde este punto de vista, la ansiedad se considera una señal positiva, de salud, que ayuda en la vida cotidiana.

La diferencia entre angustia y ansiedad es muy sutil y por ello ambos conceptos son constantemente utilizados como sinónimos. La ansiedad es una señal de alerta (igual que el miedo), advierte del peligro inminente y permite a una persona tomar medidas contra la amenaza. Una persona puede sufrir tanto angustia como ansiedad a la vez.
Para Freud la angustia es un estado de malestar fundamental y la problemática principal que tiene que afrontar el neurótico. ¿Por qué? Desde nuestros primeros años de vida vamos a temer la pérdida del amor de los padres. Pérdida que no siempre es real , en la mayor parte de las ocasiones es imaginaria.
Cuando el niño nace lo hace en una relación de dos (madre-niño) que se mantendrá durante algún tiempo para pasar a se una relación de tres (madre-niño-padre). El padre, ese tercero, se va a interponer entre la madre y el niño, fastidiando al niño que quiere ser el único objeto de amor de la madre. En consecuencia el niño tendrá sentimientos agresivos hacia el padre, el intruso que viene a demandar el amor de la madre y hacia ésta que lo consiente y desea. Estos sentimientos agresivos hacia aquellos que le quieren, miman, cuidan, protegen, generan en el niño culpa. Los sentimientos de culpa son el origen de la conciencia moral.
Conciencia moral que nos acompañará toda la vida, nos juzgará más o menos severamente y nos impondrá la penitencia sirviéndose para ello principalmente de los sentimientos de culpa, y de las obsesiones que son una forma de autocastigo.

Basta con que sólo hayamos pensado, deseado algo que va contra nuestra conciencia moral, aunque no lleguemos a realizarlo, para que surjan  sentimientos de culpa.
No sólo son inadmisibles para nuestra conciencia los sentimientos agresivos antes mencionados, también lo son los sumamente placenteros, o placenteros, generalmente de carácter sexual, dirigidos a nuestros padres, hermanos.
Por inadmisibles para nuestra conciencia son reprimidos y pasan a formar parte de nuestro inconsciente pero seguirán teniendo su influencia en nuestra vida y por eso en muchas ocasiones aparecen los síntomas mencionados al principio sin que sepamos qué los causa.

Cuando sentimos angustia, ansiedad sin que podamos conscientemente saber cuáles son las causas, cuando pensamos "no sé porqué me pongo así", "no es para tanto" ... es el momento de acudir a la consulta del psicoanalista que nos guiará en la búsqueda de los pensamientos inconscientes que están en el origen de esos síntomas. Acceder a ese conocimiento es la forma de aliviar o hacer desaparecer la ansiedad, la angustia y de evitar su repetición.

Consulta Psicológica ALGUIEN A QUIEN HABLAR

No hay comentarios:

Publicar un comentario