sábado, 13 de febrero de 2016

¿REALMENTE SABEMOS LO QUE QUEREMOS?

Llevamos tiempo deseando comprar la casa que por fin acabamos de adquirir, conseguimos el trabajo que soñábamos, por fin esa chica nos dice que sí o ese chico nos pide salir ... pero no es como lo pensábamos, no estamos tan contentos, incluso hay casos en los que uno se queda como si no hubiera ocurrido nada de eso tan deseado. ¿Qué pasa? Nos preguntamos, ¿era esto lo que yo quería?
El deseo tiene una característica importante: siempre deja un resto insatisfecho. Pensamos que consiguiendo tal o cual cosa vamos a sentir que ya lo tenemos todo pero la realidad es que la falta no es posible completarla. Uno deja de desear cuando ya siente tenerlo todo y eso ocurre solo con la muerte. Que quede siempre un resto insatisfecho es lo que nos mueve, lo que nos mantiene vivos. Tener presente esta característica del deseo evitará que nos empeñemos en conseguir objetos de forma compulsiva, ningún objeto colmará esa falta.
Otra característica importante del deseo a tener en cuenta es que es imposible desear lo que ya se tiene. Una vez conseguido lo deseado-anhelado ya no se desea, se desea otra cosa. Característica muy a tener en cuenta sobre todo en lo que se refiere a la pareja. Nunca será la pareja perfecta, siempre habrá alguna otra persona que tiene aquello que a esta le falta. Siendo conscientes de esta circunstancia podremos evitar una sucesión de parejas intentando ilusamente encontrar la que nos llene por completo.
¿Sabemos lo que deseamos? ¿Es posible saber cuál es nuestro deseo? Ocurre que sabemos lo que anhelamos pero no lo que deseamos. El anhelo es consciente pero el deseo es inconsciente.
Un sueño puede representar un anhelo obvio. Un hombre que está pasando mucho calor en el desierto se duerme y sueña con descansar en la suite del hotel tal y rodeado por montones de botellas de agua helada de tal marca. Aquí podemos distinguir entre anhelo y deseo. El anhelo es el de calmar la sed. El deseo está relacionado con esa cama determinada, en ese hotel, con la marca del agua. ¿Por qué una cama en el hotel tal y no una cama? ¿Por qué agua helada de tal marca y no agua helada? Una vez satisfecha la necesidad queda un resto insatisfecho, el deseo. 
Nuestro deseo transforma nuestras palabras, las distorsiona, las convierte en otras como ocurre en los lapsus linguae, uno dice algo distinto a lo que quería decir y no sabe por qué. El deseo es una fuerza que actúa sobre los significantes, sobre las palabras.
Generalmente anhelo y deseo actúan en la misma dirección por lo que no hay conflicto, pero otras veces no es así. Por ejemplo, es muy frecuente la consulta de chicos y chicas entre los veintitantos y treinta y tantos que consultan porque siendo su deseo (anhelo) conseguir una pareja estable no lo han logrado después de varios intentos. Generalmente consultan cuando acaba de producirse la última ruptura y se preguntan qué les sucede. Siempre es el caso por caso pero en todos queda claro que aunque conscientemente quieren una pareja estable, inconscientemente su deseo es otro como puede ser, en algún caso, el de seguir viviendo con los padres, puede que en realidad estén respondiendo no a su deseo si no al deseo del otro, en la mayor parte de los casos al de la madre. El deseo es esencialmente “deseo del deseo del otro”, deseo de ser objeto del deseo del otro y deseo de reconocimiento por parte del otro.
El niño quiere ser único objeto de amor de la madre. Ser el único a quien ella ame, desee. Tratará siempre de dar a la madre aquello que ella desea, que ella quiere para asegurarse así el amor de ésta.
Muchas veces detrás del deseo consciente de por fin aprobar esa asignatura que queda para terminar la carrera, cosa que ya se ha intentado unas cuantas veces sin lograrlo, hay otro deseo, no consciente, de no aprobar porque terminar la carrera implica enfrentarse a una situación nueva, desconocida, angustiante.
Cuando anhelamos, es decir, deseamos algo vehementemente, lo demandamos. Existen dos tipos de demanda, por un lado la demanda de alguna cosa en particular, que se distingue del deseo porque el deseo es siempre deseo de otra cosa. El otro tipo de demanda que va más allá de la demanda de cosas concretas, es la demanda de amor. Detrás de todas nuestras demandas subyace siempre una demanda de amor. Una demanda que no supone ningún objeto. Su fórmula podría ser: “no me importa lo que me des si eres tu quien me lo da porque eso significa lo importante que soy yo para ti”
Normalmente una persona no se da cuenta de lo que pasa en su inconsciente debido a que entre la mente consciente e inconsciente hay una barrera prácticamente impenetrable porque lo que pasa en el inconsciente es inaceptable para la mente consciente y ha sido reprimido con severidad. Un fuerte deseo que reprimimos, no voluntariamente, con el fin de protegernos y no actuar de acuerdo con él, sigue ejerciendo su presión en el inconsciente y lo hace con más fuerza ya que entonces nuestra mente racional no lo puede controlar. Tenemos poderosas emociones inconscientes que determinan muchos de nuestros actos y a veces se necesitan años de trabajo arduo para llevar esos sentimientos al nivel de la conciencia.
Si no conseguimos aprobar esa última asignatura de la carrera, tener una pareja estable, un trabajo, adelgazar, dejar de discutir…, después de haber puesto nuestro empeño en ello y deseándolo conscientemente, es el momento de consultar para conocer cuáles son las motivaciones inconscientes que nos están boicoteando porque conocer esas motivaciones es el primer paso y,decisivo, para controlarlas y poner fin al boicot. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario