¿Querer es
poder o no?
El deseo es el motor de la vida. Desear es lo que nos hace
sentirnos vivos. Para vivir necesitamos un motivo, una motivación. La idea de
que podremos conseguir aquello que deseamos, una actitud positiva ante los que
nos espera es lo deseable. Motivación y confianza en uno mismo para vencer la
negatividad. Fàcil, ¿no? Entonces, ¿por qué frecuentemente recibimos en la
consulta a personas que dicen querer y no pueden a pesar de poner toda su
energía en la dirección correcta para conseguir sus objetivos? “Quiero llevarme bien con mis padres, quiero
que mi relación de pareja funcione, quiero conseguir un trabajo, quiero
estudiar, quiero salir de mi apatía… pero …” A continuación relatan todos los
esfuerzos realizados para al final no conseguir nada.
Para empezar hay que tener en cuenta que no todo se puede.
Hay limitaciones que tenemos que aceptar. Freud decía que existen tres fuentes
importantes de displacer en la vida a las que tenemos que enfrentarnos: las
fuerzas de la naturaleza, la caducidad del cuerpo y las relaciones sociales. La
sociedad actual niega estas limitaciones: seguros contra incendios,
inundaciones frente a las desgracias naturales, cirugía que te hará estar siempre joven y en cuanto a la
incertidumbre de las relaciones sociales
y sobre todo las amorosas solo tenemos
que entrar en páginas de internet que nos aseguran siempre una relación ya que
si una no funciona eliges otra y otra hasta conseguir la relación ideal que por
supuesto aseguran que existe y seguro encontrarás. ”Todo llega, no te
preocupes”. La consecuencia de esto es negar que existe el fracaso, la
posibilidad de que no siempre las cosas salen bien. Asumir que no siempre se
obtiene lo que se desea o aquello por lo que se lucha y que existe la injusticia
es saludable.
Si hay un querer y poder al que en la consulta nos
enfrentamos siempre sin excepción en todos los casos es al de “Quiere curarse
pero no puede” y lo digo así porque si bien el que acude a la consulta lo hace
para acabar con el malestar, la angustia que padece, al mismo tiempo hay una
resistencia al cambio, una necesidad de mejorar pero solo hasta cierto punto.
Sara llega con muchos síntomas a la consulta: no duerme bien,
se siente sola, ha perdido el apetito, solo se levanta de la cama para ir al
trabajo y no quiere relacionarse con nadie la causa es que está pensando en
separarse porque, aunque la relación no va mal, ella no siente nada por él.
Lleva dos años con Luis. Empezó la relación con mucha ilusión pero pronto se
dio cuenta de que no era lo que ella esperaba. No ayudaba lo suficiente en las
tareas de la casa, era descuidado, desordenado … desea querer a Luis por
muchas otras cosas buenas que tiene pero no puede. Se queja de que siempre ha
tenido mala suerte en las relaciones afectivas, siempre se ha sentido mal
correspondida. ¿Siempre?
Sara descubre con la terapia que reproduce con Luis la
relación que había tenido con su madre. Su madre nunca la cuidó bien. Cada vez
que se sentía desatendida no lo soportaba porque la rabia y el odio hacia la
madre se activaba, sentimientos que no podía aceptar. A medida que ha ido pudiendo ser
consciente de sus conflictos infantiles, aceptar sus limitaciones ha ido consiguiendo mejorar la relación con Luis.
Aprendemos a amar a lo largo de la vida y hay que tener en
cuenta que no existe un amor puro. En el amor siempre hay placer pero también
dolor, odio, soledad, pérdida y en muchos casos para evitar ese dolor, esa
pérdida, las personas evitan amar, y, por lo tanto el placer.
Sara, sin ser consciente de ello, repetía una forma de
relación con los demás que ella tenía muy bien aprendida, la que había vivido
en su infancia.
Todos conocemos a personas que en su día a día actúan siempre
de forma tal que les lleva al mismo desenlace del que continuamente se quejan y
dicen no poder evitar. A esta situación la llamamos compulsión a la repetición
o de otra forma, neurosis de destino.
Generalmente pensamos que nosotros decidimos que queremos
hacer o no, pero realmente ocurre que lo que hacemos es cumplir órdenes, sin
ser conscientes de ello. Son frases, discursos que tenemos grabados en nuestra
mente y que nos dirigen.
Frases tales como la que recuerda Elisa en su terapia: “MI
madre dice que soy conflictiva, que he nacido para estar sola”. Ha tenido varias
relaciones amorosas, cortas, porque no la han aguantado. Siempre que le ha
comentado a su madre que ha roto su relación ésta comenta: “Lo sabía. Eres
conflictiva” Elisa está segura de que
nunca encontrará una pareja tal como desea por ser conflictiva. Ella siempre
causa problemas. Es la menor de tres hermanas. A los doce años se entera
por una conversación que oye sin querer de que sus padres pensaron en que no
naciera. Antes de que ella naciera la madre había ido fuera de España a abortar
ya que no podían permitirse un tercer hijo. La segunda hija es la preferida de
los padres. Las dos hermanas de Elisa están muy unidas entre sí y con la madre. A ella siempre la dejan fuera de cualquier decisión. Siempre se
ha sentido sola y siempre ha odiado a sus hermanas y a sus padres que nunca la
han valorado justamente. Todo lo que hacía su hermana segunda era aplaudido. Lo que hacía ella no. Ha encontrado trabajos pero le
han durado poco ya que no soporta a los que teniendo menos conocimientos que
ella son más valorados por los jefes, la autoridad, protesta y acaba siendo
despedida. En el último trabajo está bien considerada y todo va bien hasta que
entra un nuevo jefe del que ella va a depender y que no tiene ni idea del
trabajo, tiene que enseñarle. Las discusiones con éste dan lugar a su
despido.
Sin ser consciente de ello Elisa repite la situación familiar. Todos
los miembros de la familia están a favor de quien no se lo merece y ella queda
excluida. Es la conflictiva, a la que no se valora.
Estamos hechos de frases de
las que no somos autores pero que nos dirigen y repetimos inconscientemente.
Angel consulta porque lleva dos años en cuarto de
arquitectura y no consigue aprobar las asignaturas que le faltan para seguir
con la carrera. No puede concentrarse. Sus padres solo se preocupan por sus
estudios. Broncas continuas porque sale con amigos, ve tele, usa el ordenador
cuando lo que tendría que hacer es estudiar y estudiar. Piensa que acabará como
basurero, tal como su padre le viene diciendo de toda la vida: “no estudies y
acabarás de basurero, ¿eso es lo que quieres?” El padre es un hombre que ocupa
un puesto importante en una empresa al que siempre ha visto poco por lo mucho
que trabaja y que cuando se ha dirigido a él ha sido sólo para interesarse por
sus estudios. Le odia.
Los sentimientos de culpa tienen su origen a una edad muy
temprana, alrededor de los tres primeros años de vida cuando el niño descubre
que todo aquello que le gusta hacer está prohibido y es castigado por los
adultos. Además se va a sentir culpable por sus fantasías eróticas, amorosas
hacia el progenitor del sexo contrario y a las de destruir y excluir al del
mismo sexo.
Los sentimientos de culpa siempre van a existir pero pueden
ser más o menos fuertes dependiendo de la mayor o menor tolerancia y de la
comprensión o no de los padres hacia el niño que no puede evitar lo que siente.
Trabajar los sentimientos de culpa, buscar su origen,
analizar sus manifestaciones es el camino para hacerles frente y así conseguir
una vida más feliz.
No sólo tenemos una voluntad consciente. Tenemos muchos
contenidos inconscientes que boicotean nuestra voluntad consciente y llegar al
conocimiento de estos contenidos inconscientes permitirá disminuir su poder y
evitará que controlen nuestra voluntad consciente.
Confianza en uno mismo y motivación son
necesarias para una actitud positiva ante la vida. La confianza en uno mismo depende
de la mala o buena autoestima y ésta depende del valor que uno se da a sí mismo
y que a su vez va a depender del valor, del amor recibido de los padres. La
motivación va a depender de cómo nos presentan nuestros padres el mundo en que
vivimos. Si los padres discuten continuamente, se muestran infelices, no disfrutan
de nada, todo es trabajar y sufrir ¿qué motivación tendrá el hijo? Muy difícil le
resultará una visión positiva de la vida.
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