Tradicionalmente el tratamiento
de la obesidad consiste en dieta y ejercicio. Hay muchas personas que siguen al
pie de la letra distintas dietas y no consiguen bajar de peso, o lo consiguen
para luego volverlo a recuperar. Esto se debe a que en la producción y
mantenimiento de la obesidad juegan un papel decisivo factores psicológicos,
sociales y familiares
Podemos considerar la obesidad como síntoma de la sociedad
actual en la que se propone el consumir como la forma de aliviar la angustia,
la ansiedad: los alimentos se consideran bienes de consumo. Sociedad en la que
cada vez es menor el tiempo que dedicamos a relacionarnos con el otro. Antes se
comía en familia, era un lugar de encuentro, ahora se come en el trabajo, en la
universidad… de forma muchas veces solitaria y consumiendo “comida rápida”,
comida prefabricada.
El papel de la familia, los
hábitos, las costumbres, tradiciones e ideologías de los padres tienen también
un papel importante en la génesis de la obesidad.
El ser humano no solo come para sobrevivir,
para alimentarse. Para el bebé el acto de tomar el pecho es el más importante
de su vida. Mamando el niño no sólo satisface el hambre sino que también
satisface su necesidad de amor. Para el niño es tan importante para vivir el
recibir el alimento como las palabras, las caricias, la mirada de la madre. La
alimentación va mucho más allá de la satisfacción fisiológica, es un hecho que
va ligado a la constitución de las relaciones del sujeto con el otro. De cómo
la madre responda a las demandas del niño dependerá la forma en que éste se
relacione con el otro en la edad adulta y la forma en que se enfrentará a las
situaciones de ansiedad y angustia.
Siempre que pensamos en la
alimentación la consideramos desde el lado de la madre.
Existe un tipo de madre que
protege y alimenta en exceso al niño. Si el niño rechaza la comida siente que
es ella la rechazada, si el niño come se siente aceptada. Es un tipo de madre
obsesiva, posesiva que en muchos casos es la madre de un obeso. La obesidad
puede representar una oposición inconsciente a la autoridad materna que se vive
como abuso. La ambivalencia hacia la madre puede expresarse como fluctuaciones
entre una ingestión excesiva y el rechazo del alimento.
Berta consulta porque está
separándose de su marido. Tiene problemas digestivos, por los nervios, dice,
porque él quiere la custodia del hijo de ambos que tiene ocho años. Teme que se
la concedan. Él es agresivo, el niño no quiere convivir con su padre porque le
pega y le grita. Berta dice, “yo me lo trago todo, no me gusta discutir, y me
pasa con él pero también en el trabajo,
con los amigos.” Berta es obesa. No
puede sentarse en una silla normal. Ocupa dos asientos en el avión. Antes de
acudir a una cena, a una conferencia, procura enterarse si es posible que haya
un lugar dónde pueda ella sentarse.
Conoció a su marido por internet, a los treinta años, ahora tiene
cuarenta y dos. Fue su primera relación importante. “Desde el principio a mi
madre él no le gustó. Ella siempre ha estado muy pendiente de mi, aún ahora, es
algo que me agobia. Como trabajo, por la tarde ella va a buscar a mi hijo al
colegio y discutimos porque no le deja hacer nada, no le lleva al parque porque
teme se pueda hacer daño o que le hagan daño los otros niños, igual hacía
conmigo”
A veces es en la adolescencia
cuando el sujeto empieza a ser obeso. En esta etapa la conciencia del cuerpo se
revoluciona con la maduración de los genitales y la imagen corporal es revisada
radicalmente. Estos cambios están acompañados frecuentemente de sentimientos
temporales de despersonalización. Es una etapa de gran excitación nerviosa, de
ansiedad y de alteraciones de la personalidad. Comer compulsivamente para
engordar y así no provocar en otro ninguna atracción ni deseo sexual es una
forma de defenderse de impulsos sexuales que no se sabe cómo satisfacer. Los
alimentos se utilizan como tranquilizantes.
.
Tras una ruptura amorosa o la
muerte de algún ser querido en muchas ocasiones la persona recurre a la comida
como un intento de llenar ese vacío que deja la pérdida del objeto amado.
Personas que en etapas tempranas,
en la niñez, fueron privadas de alimentos, al llegar a la edad adulta utilizan
la comida como compensación a esas privaciones. El hijo de Berta no es obeso
pero está gordito. Ella dice que come con ansiedad, como si le fueran a quitar
la comida. Puede que la causa sea que, debido a la obesidad de Berta el
embarazo fue de alto riesgo. El niño nació por cesárea y tuvo complicaciones
por lo que tuvo que estar en la UVI durante un mes. Berta no pudo darle el
pecho y cuando por fin pudo ocuparse de la alimentación de su bebé le
sorprendió el ansia con que tomaba el biberón.
Personas que no toleran la tensión, la frustración, el dolor, las
situaciones de espera, recurren a la comida compulsiva de alimentos con el fin
de conseguir alivio a ese malestar al igual que otras lo hacen con el alcohol,
las drogas o los medicamentos. Se come en exceso para no sentirse insatisfecho,
como un intento de reproducir la felicidad de la etapa infantil. Pero al igual
que ocurre con las adicciones, la satisfacción que se consigue es breve porque
no poner límites al goce siempre da lugar a sentimientos de culpabilidad.
Las causas de la obesidad son distintas para cada persona. La
obesidad es el síntoma que advierte que existe una dificultad de quien la
padece para enfrentarse a la frustración, a los sentimientos agresivos, a
dificultades sexuales, a sentimientos de culpabilidad. Es por esto que las
dietas y el ejercicio no son suficientes en muchos casos para conseguir bajar
de peso y es necesaria una terapia que posibilite una forma distinta de
enfrentarse a la angustia, la ansiedad que dan lugar a los síntomas y que
tienen que ver con contenidos inconscientes.
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