viernes, 10 de marzo de 2017

OBESIDAD: FACTORES PSICOLÓGICOS, SOCIALES, FAMILIARES



Tradicionalmente el tratamiento de la obesidad consiste en dieta y ejercicio. Hay muchas personas que siguen al pie de la letra distintas dietas y no consiguen bajar de peso, o lo consiguen para luego volverlo a recuperar. Esto se debe a que en la producción y mantenimiento de la obesidad juegan un papel decisivo factores psicológicos, sociales y familiares 

Podemos considerar  la obesidad como síntoma de la sociedad actual en la que se propone el consumir como la forma de aliviar la angustia, la ansiedad: los alimentos se consideran bienes de consumo. Sociedad en la que cada vez es menor el tiempo que dedicamos a relacionarnos con el otro. Antes se comía en familia, era un lugar de encuentro, ahora se come en el trabajo, en la universidad… de forma muchas veces solitaria y consumiendo “comida rápida”, comida prefabricada.

El papel de la familia, los hábitos, las costumbres, tradiciones e ideologías de los padres tienen también un papel importante en la génesis de la obesidad.

El ser humano no solo come para sobrevivir, para alimentarse. Para el bebé el acto de tomar el pecho es el más importante de su vida. Mamando el niño no sólo satisface el hambre sino que también satisface su necesidad de amor. Para el niño es tan importante para vivir el recibir el alimento como las palabras, las caricias, la mirada de la madre. La alimentación va mucho más allá de la satisfacción fisiológica, es un hecho que va ligado a la constitución de las relaciones del sujeto con el otro. De cómo la madre responda a las demandas del niño dependerá la forma en que éste se relacione con el otro en la edad adulta y la forma en que se enfrentará a las situaciones de ansiedad y angustia.

Siempre que pensamos en la alimentación la consideramos desde el lado de la madre.
Existe un tipo de madre que protege y alimenta en exceso al niño. Si el niño rechaza la comida siente que es ella la rechazada, si el niño come se siente aceptada. Es un tipo de madre obsesiva, posesiva que en muchos casos es la madre de un obeso. La obesidad puede representar una oposición inconsciente a la autoridad materna que se vive como abuso. La ambivalencia hacia la madre puede expresarse como fluctuaciones entre una ingestión excesiva y el rechazo del alimento.

Berta consulta porque está separándose de su marido. Tiene problemas digestivos, por los nervios, dice, porque él quiere la custodia del hijo de ambos que tiene ocho años. Teme que se la concedan. Él es agresivo, el niño no quiere convivir con su padre porque le pega y le grita. Berta dice, “yo me lo trago todo, no me gusta discutir, y me pasa con él  pero también en el trabajo, con los amigos.”  Berta es obesa. No puede sentarse en una silla normal. Ocupa dos asientos en el avión. Antes de acudir a una cena, a una conferencia, procura enterarse si es posible que haya un lugar dónde pueda ella sentarse.  Conoció a su marido por internet, a los treinta años, ahora tiene cuarenta y dos. Fue su primera relación importante. “Desde el principio a mi madre él no le gustó. Ella siempre ha estado muy pendiente de mi, aún ahora, es algo que me agobia. Como trabajo, por la tarde ella va a buscar a mi hijo al colegio y discutimos porque no le deja hacer nada, no le lleva al parque porque teme se pueda hacer daño o que le hagan daño los otros niños, igual hacía conmigo”

A veces es en la adolescencia cuando el sujeto empieza a ser obeso. En esta etapa la conciencia del cuerpo se revoluciona con la maduración de los genitales y la imagen corporal es revisada radicalmente. Estos cambios están acompañados frecuentemente de sentimientos temporales de despersonalización. Es una etapa de gran excitación nerviosa, de ansiedad y de alteraciones de la personalidad. Comer compulsivamente para engordar y así no provocar en otro ninguna atracción ni deseo sexual es una forma de defenderse de impulsos sexuales que no se sabe cómo satisfacer. Los alimentos se utilizan como tranquilizantes.
Tras una ruptura amorosa o la muerte de algún ser querido en muchas ocasiones la persona recurre a la comida como un intento de llenar ese vacío que deja la pérdida del objeto amado.

Personas que en etapas tempranas, en la niñez, fueron privadas de alimentos, al llegar a la edad adulta utilizan la comida como compensación a esas privaciones. El hijo de Berta no es obeso pero está gordito. Ella dice que come con ansiedad, como si le fueran a quitar la comida. Puede que la causa sea que, debido a la obesidad de Berta el embarazo fue de alto riesgo. El niño nació por cesárea y tuvo complicaciones por lo que tuvo que estar en la UVI durante un mes. Berta no pudo darle el pecho y cuando por fin pudo ocuparse de la alimentación de su bebé le sorprendió el ansia con que tomaba el biberón.

Personas que no toleran la tensión, la frustración, el dolor, las situaciones de espera, recurren a la comida compulsiva de alimentos con el fin de conseguir alivio a ese malestar al igual que otras lo hacen con el alcohol, las drogas o los medicamentos. Se come en exceso para no sentirse insatisfecho, como un intento de reproducir la felicidad de la etapa infantil. Pero al igual que ocurre con las adicciones, la satisfacción que se consigue es breve porque no poner límites al goce siempre da lugar a sentimientos de culpabilidad. 

Las causas de la obesidad son distintas para cada persona. La obesidad es el síntoma que advierte que existe una dificultad de quien la padece para enfrentarse a la frustración, a los sentimientos agresivos, a dificultades sexuales, a sentimientos de culpabilidad. Es por esto que las dietas y el ejercicio no son suficientes en muchos casos para conseguir bajar de peso y es necesaria una terapia que posibilite una forma distinta de enfrentarse a la angustia, la ansiedad que dan lugar a los síntomas y que tienen que ver con contenidos inconscientes.

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