martes, 1 de diciembre de 2015

ADOLESCENCIA: AISLAMIENTO, CONFUSIÓN, SOLEDAD








Vivir implica pasar necesariamente por una sucesión de duelos. El crecimiento por sí mismo, el desarrollo de nuestro cuerpo como seres humano, el pasar de una etapa a otra, implica renunciar a logros, relaciones,... pérdidas que van seguidas de procesos de duelo. Tanto en la infancia como en la niñez temprana, en la adolescencia, en la edad adulta y en la vejez, uno se va enfrentando a pérdidas, duelos, es la muerte real y/o simbólica de aquello que consideramos nuestras más queridas pertenencias, nuestros objetos de amor.
Entrar en el mundo de los adultos, algo deseado y a la vez temido, significa para el adolescente la pérdida definitiva de su condición de niño. Es un momento crucial en la vida del hombre y constituye la etapa decisiva de un proceso de separación que comenzó con el nacimiento.
Los cambios corporales en este periodo dan lugar a cambios psicológicos y llevan al adolescente a una nueva relación con los padres, con la sociedad, con el mundo. Es un proceso lento y doloroso. Es un periodo de duelo por la pérdida del cuerpo del niño, por la pèrdida de la identidad infantil, y  por la pérdida de la relación con los padres de la infancia.
La imagen de los padres cambia radicalmente en la adolescencia, mientras que antes los padres eran sobre valorados, considerados con temor y no valorados de forma realista, ahora se vuelven devaluados y vistos con las proporciones de un ídolo caido.
El adolescente provoca una verdadera revolución en su medio familiar y social y esto crea un problema generacional. Los padres tienen que aceptar que el hijo ya no es niño, ese niño ya no existe y la relación con el hijo debe cambiar, el hijo empieza a dar sus primeros pasos como adulto. Este cambio supone renuncias a los padres, Ya no hay niño, hay adolescente, la idea de envejecimiento y la de la muerte se hacen más presentes. Los padres ya no solo no van a ocupar el lugar de idolo, líder para el hijo sino que  además deberán aceptar duras criticas por parte de éste..
Los sentimientos de ternura hacia  su padres y la tendencia a someterse a sus deseos, valores e indicaciones representan una constelación conflictiva para el adolescente que encuentra una solución en la oposición franca hacia éste, aunque también puede expresarse en actividades comunes, con intereses compartidos y con camaradería. Para la joven casi siempre es la madre el blanco de reproches y acusaciones
En la adolescencia presenciamos un segundo paso en la individuación, el primero ocurre hacia el fin del segundo año de vida. La individuación adolescente se acompaña de sentimientos de aislamiento, confusión y soledad. La etapa infantil termina y el adolescente se enfrenta a la nueva etapa con sentimientos de miedo y pánico. Por este motivo más de un adolescente trata de permanecer indefinidamente en esta fase, lo que llamamos la adolescencia prolongada 
Es conveniente que los padres sepan que en la adolescencia tanto mujeres como varones pasan por un periodo de profunda dependencia donde necesitan de ellos tanto o más que cuando eran bebés,  y que esa necesidad de dependencia puede ser seguida inmediatamente de una necesidad de independencia y es necesario que la respuesta a esta petición de dependencia e independencia se base en las necesidades del adolescente y no en las de ellos mismos. El adolescente lucha entre un fuerte deseo de seguir siendo dependiente de los padres y otro igualmente fuerte de independizarse de ellos, por eso al mismo tiempo que demandan ser tratados como niños, se defienden ante esa demanda cuando es satisfecha por los padres porque sienten que ponen en peligro su independencia.
A mayor presión parental, a más incomprensión frente al cambio, el adolescente reacciona con más violencia por desesperación Cuando los padres responden ante la demanda de libertad restringiendo las salidas o utilizando la dependencia económica, es porque algo hubo mal llevado en la educación anterior. El adolescente temprano, el niño alrededor de los diez años, siente gran necesidad de ser respetado en su búsqueda desesperada de identidad, de ideología, de vocación y de objetos de amor. Si el diálogo no se ha establecido es muy difícil que en el momento de la adolescencia haya comprensión entre padres e hijos.La  etapa de la adolescencia va a estar determinada por las transformaciones de la pubertad que a su vez estarán determinadas por las experiencias de la niñez. Pero además toda adolescencia lleva además del sello individual, el sello del medio cultural, social en el cual se desarrolla. La actitud del mundo externo es decisiva para facilitar o entorpecer el crecimiento.
¿Qué hace que el duelo adolescente sea dramático y caótico? ¿Tiene que ser así inevitablemente? Adolescencia no es equiparable a tensión y conmoción sino que depende de las condiciones culturales por las que esté determinadamente influida, así como de todas las experiencias vividas anteriormente en la infancia y  en la pubertad. Para que el joven pueda elaborar y aceptar los cambios, renunciar a sus objetos infantiles, elaborar el duelo, es necesario que el entorno lo permita. Para que los adolescentes se desindentifiquen de sus modelos anteriores y desalojen a sus padres del lugar omnipotente que ocupaban, se necesitan padres que se dejen sustituir.
En relación a la identidad es importante tener en cuenta el concepto de identificación. Es a través de las identificaciones como llegamos a adquirir nuestra identidad. Las identificaciones comienzan en época muy temprana pero, al llegar a la adolescencia, tanto en chicas como en chicos, se produce un abandono de gran parte de las identificaciones infantiles  y se adquieren otras nuevas relacionadas con modelos culturales. Hay una gran diferencia entre los ideales que un niño intenta conseguir y los que en la adolescencia se presentan como valores de orden social a obtener.
Cuando sobre el muchacho se han proyectado los ideales no conseguidos, cuando el grado de exigencias es excesivo y lo que se premia y reconoce no es el esfuerzo sino el triunfo, cuando hay una exaltación tal de la juventud que los padres compiten con sus hijos para parecer igual de jóvenes, nos encontramos con muchachos asustados ante lo que se espera de ellos.
Cuando sobre el hijo se han volcado unas expectativas e ilusiones excesivas, cuando se han establecidos con él lazos narcisísticos o simbióticos muy intensos, romper con estas expectativas , permitir que el hijo construya su propia historia, muchas veces a espaldas o en contra de los padres, se hace muy difícil e incluso imposible y es entonces cuando el duelo adolescente es una tarea destinada al fracaso..
 Si los padres niegan el crecimiento de los hijos, los hijos viven a los padres con características persecutorias.
La agresión adolescente que no es dirigida en contra de los padres puede ser es proyectada sobre los representantes de la autoridad paterna en el medio social: policía, maestros, jefes. El adolescente emprende una batalla en contra de las figuras autoritarias generalmente con el apoyo del grupo.
El adolescente se resiste de forma radical a cualquier cosa que le haga sentir dependiente de sus padres, que le haga sentirse como un objeto de ellos.Para evadirse del agobio familiar en muchos casos recurre a las drogas y alcohol. La droga representa transgresión e ilusión de evasión. Al no poder realizar el duelo normal que se produce ante la separación de los padres, el adolescente siente una frustración difícil de tolerar.
Estas situaciones son solo algunas de las  que complican el proceso adolescente en lo que se refiere a la relación con los padres. Pero hay que tener en cuenta características de la sociedad en la que vivimos que interfieren,  dificultan el proceso adolescente.
En nuestra sociedad actual ocurren una serie de paradojas en lo referente a la adolescencia. La pubertad biológica se ha adelantado, y al mismo tiempo  se obliga al adolescente a  permanecer en una adolescencia forzada en casa de sus padres. Por una parte se le exige una responsabilidad de adulto frente a los estudios y por otra se le impide la ganancia de una autonomía mediante el trabajo remunerado;  bien porque la escolarización es obligatoria hasta los dieciséis años;  bien porque cuando puede acceder a un puesto de trabajo se encuentra con el fantasma del paro;  o bien porque las exigencias de los ideales de los padres hacen que el joven permanezca ligado al medio familiar so pretexto de una exhaustiva formación que le vaya a solventar el futuro: “¡Tú estudia y no te preocupes de nada más!”.  Se le pide una función técnica específica pero que piense lo menos posible y que no use las capacidades creativas ni por asomo, excepto que esto sea en beneficio de la empresa. Nada de creatividad ni desarrollo personal.
La sociedad de consumo busca gente capaz de tomar decisiones o realizar acciones que  pasen por alto toda cuestión moral siempre y cuando el beneficio económico, la riqueza aumenten sin fin. No importa que ocurra con la competencia. Esto puede dar lugar a sentimientos de culpabilidad que pueden acallarse con el consumos de sustancias, drogas.
La sociedad en que vivimos con su cuadro de violencia y destrucción crea una nueva dificultad para la separación del adolescente de sus padres. El adolescente va a la búsqueda de ideales y de figuras ideales para identificarse y se encuentra con el poder y la violencia.
La violencia de los adolescentes no es sino la respuesta a la violencia institucionalizada de las fuerzas del orden familiar y social.
Adolescencia difícil es el resultado de una niñez, de una pubertad difícil que impiden una buena integración del adolescente en la sociedad, sociedad que es la que los adultos deciden que sea como es y que actualmente no facilita el paso de la niñez a la edad adulta.

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