miércoles, 14 de enero de 2015

AMOR ODIO PASIONES INSEPARABLES



Una de las características mas importantes del ser humano es la ambivalencia de los sentimientos.

LA AMBIVALENCIA es una experiencia cotidiana en la vida humana. Por ej. lo observamos en toda las creencias supersticiosas. La actitud ambivalente es la que explica por qué una determinada costumbre, un suceso o un mismo objeto pueden tener el significado de buena o mala suerte según los casos, Todos tenemos supersticiones por ej, al ir a examinarse o al optar a un empleo deseado, recurrimos a ceremoniales con el objeto de asegurarnos la buena suerte, usamos tal corbata, tal vestido que en otra ocasión consideramos que tuvieron una buena influencia.
Toda superstición proviene de conflictos del propio psiquismo que ignoramos y proyectamos sobre el mundo exterior. Hay personas que son incapaces de reaccionar ante los infortunios de la vida, lo consideran como mala suerte, nada les puede salir bien, siempre temen que algo saldrá mal. Esto ocurre cuando la persona no está segura de merecer que las cosas le salgan bien y sí de lo contrario. ¿Por qué ese convencimiento? Por los SENTIMIENTOS DE CULPA.
 Los sentimientos de culpa tienen su origen en fantasías,sentimientos, deseos, de contenido sexual o agresivo, dirigidos a nuestros seres queridos, padres, hermanos, que no son aceptados por nuestra conciencia. Cuando los sentimientos de culpa son muy fuertes, la persona que los padece es incapaz de reaccionar ante los infortunios de la vida porque valoran su mala suerte como castigo por sus pecados. Incluso puede ocurrir que mantengan, incluso provoquen esas situaciones sin darse cuenta. En la práctica psicoanalítica, recordar y repetir de forma fantaseada lo que la persona considera como su crimen, es necesario para superar la culpa. La compulsiòn a la repetición se frena al analizar los contenidos de estas fantasías y revisar sus raíces infantiles, logrando así un equilibrio entre los sentimientos de odio, envidia, celos, culpa y amor.

La civilización, tal como lo señaló Freud, ha impuesto severas restricciones a las satisfacciones instintivas del hombre, tanto eróticas como agresivas. El hombre, al aceptar las limitaciones que le ha impuesto la cultura ha sacrificado una parte importante de posible satisfacción por una parte de seguridad.

EL ODIO es con relación al objeto más antiguo que el amor. Nace de la repulsa primitiva del mundo exterior emisor de estímulos, por parte del yo narcisista primitivo.
EL AMOR  procede de la capacidad del yo para satisfacer autoeróticamente alguna de sus pulsiones. Originariamente narcisista pasa luego a los objetos que han sido incorporados al yo por considerarlos como fuente de placer.

El niño está enteramente dominado por sus impulsos y la forma en que lucha contra sus tendencias antisociales es admirable. Un momento después que hemos visto los impulsos más sádicos nos encontramos con actuaciones que demuestran la mayor capacidad de amor y deseo de hacer todo lo posible para ser amado. No podemos aplicar ninguna norma ética a estos impulsos, debemos dar por sentado su existencia sin ninguna crítica y ayudar al niño a enfrentarse a ellos para de ese modo disminuir el sufrimiento que ésto le supone. Una fuerte represión de los impulsos cierra todas las vías de descarga por medio de la fantasía y la sublimación de forma que no queda otro camino que la REPETICIÒN,

Desembarazarse de lo malo constituye un problema para niños y adultos. El juego, el trabajo ayudan en esta labor. El niño que pega trompadas o patea una pelota, se siente mejor  gracias a eso en parte porque disfruta golpeando y pateando y en parte porque inconscientemente siente que ha expulsado lo malo a través de los puños y los pies. Es tarea del adulto impedir que esa agresión vaya demasiado lejos mediante el ejercicio de una autoridad confiable, dentro de cuyos límites es posible dramatizar y disfrutar sin peligro cierto grado de maldad. Padres y maestros deben cuidar que los niños nunca encuentren una autoridad tan débil que pierdan todo control,o que se hagan cargo ellos mismos de la autoridad.
Obligar al niño a que reprima estas manifestaciones agresivas así como dejar que las exprese sin control puede dar lugar a que dirija esa agresividad hacia adentro. El niño que retiene la agresión dentro de si mismo acaba convirtiéndose en un niño tenso, formal y excesivamente controlado. La consecuencia de esta actitud es cierta inhibición de todos los impulsos y también de la creatividad ya que ésta se haya ligada a la irresponsabilidad de la infancia y la niñez y a un estilo de vida abierto y espontáneo,

De como controlemos nuestros impulsos en la infancia dependerá como lo hagamos en la etapa adulta.
Nos resulta relativamente fácil llegar a la destructividad que llevamos dentro cuando la vinculamos con la rabia por una frustración o el odio contra algo que desaprobamos o cuando es una reacciòn ante el miedo. Lo difícil es que cada uno asuma plena responsabilidad por la destructividad personal que atañe a un objeto percibido como bueno, o dicho de otro modo, con la destructividad que se relaciona con el amor.

Es muy difícil que una madre asfixiante que no deja pensar ni desear a su hija, reconozca la cantidad de agresividad de esa situación. Piensa que lo hace por amor. Por amor lo hace el padre que prohíbe la relaciòn de la hija con el hombre que ama ... El amor que no lo es tiende a la apropiaciòn del amado.
No es posible una relación de amor sin sentimientos agresivos, de odio, hacia aquellos que amamos que son quienes nos obligan a renunciar a parte de nuestro tiempo libre, a cambiar alguna de nuestras formas de disfrutar, que nos obligan a preocuparnos por aquello que les sucede ,,, Ser conscientes de que el ser humano funciona así facilita la relación con los demás y con uno mismo.

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