miércoles, 1 de abril de 2020

¿Porqué no me quiero? : LA BAJA AUTOESTIMA-COMPLEJO DE INFERIORIDAD


          
 NO ME QUIERO

Hay personas que se desazonan muy pronto cuando notan la falta de aprecio aún en quienes poco signifiquen para ellas. La razón es que en su inconsciente consideran que no merecen las atenciones de nadie y una actitud fría les confirma sus sospechas de no ser dignos de amor. Otras están insatisfechas de sí  mismas en las más variadas formas: en relación con su trabajo, su apariencia o su capacidad en general. Algunas de estas manifestaciones son comúnmente reconocidas y suelen llamarse vulgarmente COMPLEJO DE INFERIORIDAD.

La investigación psicoanalítica demuestra que las manifestaciones de esta naturaleza tienen raíces más profundas de lo que habitualmente se supone y siempre están relacionadas con sentimientos inconscientes de culpa. Muchas personas tienen intensa necesidad de alabanza y aprobación general precisamente porque necesitan la prueba de que son dignas de ser amadas. Esto se origina en su temor inconsciente de ser incapaces de brindar amor suficiente y genuino y, en particular, de no poder dominar los impulsos agresivos hacia los demás, temen ser un peligro para los que aman.

El niño tiene que luchar continuamente para evitar que las presiones de sus deseos se impongan sobre su personalidad. Debe librar una batalla en contra de los poderes del inconsciente y  a menudo sale derrotado. A medida que vamos creciendo, las acciones del yo para controlar al ello y al superyó son cada vez más variadas y efectivas, sin embargo, cuando el inconsciente del niño pasa al primer plano, domina inmediatamente su personalidad. El niño se siente totalmente dominado por impulsos, por fuerzas internas que no puede controlar y  es necesario que pueda expresar sus sentimientos agresivos, su sexualidad, sin que ésto dé lugar a que las personas en quienes confía, los padres, se descontrolen o le obliguen a reprimir brutalmente sus emociones.
El juego, la fantasía, los cuentos son  instrumentos de los que nos podemos servir  para ayudar al niño en la comprensión y el control de sus emociones.

Junto con impulsos destructivos existe en el niño una profunda necesidad de hacer sacrificios para recuperar a las personas amadas que en la fantasía de éste han sufrido daño. Este mecanismo de reparación es fundamental en el amor, en todas las relaciones humanas. Al niño se le debe dar la oportunidad de reparar el daño que siente haber causado, debe tener la seguridad de que es posible recuperar el amor que teme haber perdido a consecuencia de sus malas acciones realizadas o fantaseadas.

El niño tiene que empezar el lento y difícil proceso que le llevará a convertirse en adulto. Antes de que esto suceda tiene que pasar por la situación edípica que comienza con una profunda decepción provocada por la madre y que implica gran rivalidad y celos respecto al padre. La niña rivalizará con la madre por el amor del padre,
LOS SENTIMIENTOS DE CULPA se originan en este periodo edípico. Antes del conflicto edípico, el niño cree que es el centro del universo, por lo tanto no tiene que sentir celos de nadie. Los conflictos de la etapa edípica dejan profundas huellas de duda en el niño en lo que se refiere a su propio valor.Tiene la impresión de que si realmente fuese digno del cariño de sus padres como antes creía serlo, éstos nunca le hubieran criticado ni frustrado. La única explicación que encuentra es que debe haber algún fallo grave en él que provoca lo que experimenta como rechazo.
Mientras el niño experimenta los celos edípicos, el deseo de deshacerse de su progenitor del mismo sexo parece lo más natural pero estos sentimientos le hacen sentir culpable. Las incertidumbres van aumentando a medida que va adquiriendo un cierto nivel de socialización en el que se ve sujeto a actitudes cada vez más criticadas. TIENE QUE COMPORTARSE DE MODO CONTRARIO A SUS DESEOS NATURALES, cosa que le afecta enormemente, Debe limitarse a obedecer sin más lo que le hace sentirse furioso y esta cólera va dirigida contra quienes le imponen exigencias, sus padres. El niño pretende deshacerse de ellos y ésto provoca sentimientos de culpabilidad y cree merecer un castigo por sentir estas cosas. Teme que sus padres le rechacen.
Los niños deben comprender la naturaleza de sus dificultades edípicas y se les debe ofrecer la esperanza de que llegarán a dominarlas.

La más complicada de las relaciones es la que se mantiene con uno mismo. Todo lo bueno y todo lo malo que hemos pasado desde los primeros días, todo lo que hemos recibido del mundo externo y sentido en el mundo interno, experiencias felices y desdichadas, vínculos con la gente, actividades, intereses, pensamientos de todo tipo, todo lo que hemos vivido forma parte de nosotros y constituye nuestra personalidad. Nuestros primeros lazos de amor se ven seriamente inhibidos y perturbados por el odio y el correspondiente sentimiento de culpa. Los impulsos y fantasías destructivos, los temores y la desconfianza que se hallan siempre activos se incrementan si las condiciones son desfavorables y las experiencias desagradables. Si al niño no se le da bastante felicidad en la primera etapa de su vida, quedará perturbada su capacidad para desarrollar una actitud optimista, amor y confianza en los demás. Sólo el niño que ha recibido amor es capaz de soportar y afrontar las frustraciones.
Solo el niño que ha sido querido puede quererse, adquirir un buen concepto de si mismo, superar el convencimiento de no ser merecedor de amor a causa de los sentimientos de culpa que le originan sus fantasías agresivas y sexuales que siente como inaceptables.

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